domingo, 4 de septiembre de 2016

Reporteras en guerra

Adaptación de las memorias de Kim Barker, 'The Taliban Shuffle', que cuenta sus primeros años como periodista en Afganistán y Pakistán tras su llegada en 2002, sus experiencias y el desafío enorme que supone ser mujer en tiempos de guerra en esas zonas.


Informa, ama, se cabrea y vuelve a casa.

De novata en tierra hostil, de torpes pasos e inconveniencia en sus gracias y maneras, de verlas venir asustada y desencajada a impulsiva periodista, de guerra extranjera, que se integra con rapidez y arte en su buen hacer, que adquiere experiencia y eficiencia en la productividad de su trabajo, arriesgando su vida con estúpidos e inadecuados actos, donde logra esa fama y éxito que la harán adicta al insaciable narcótico humano, ese que desea cada vez más emoción y éxtasis para seguir en primera plana, a pesar de que lo dicho o hecho pueda herir y poner en peligro a terceros.
“Si le pones un turbante sería un chico muy guapo”, y lo da todo, se entrega en alma, mantiene el tipo y lucha por noticias que la mantengan en casa, en esa adoptada Afganistán cuya guerra olvidada ya no interesa, pues no hay recursos para tan escaso fruto informativo.
La evolución veraz de una mujer aburrida, franca y honesta que despierta, que retrocedía en su rutinaria vida y decidió darle un rotundo giro de adrenalina, coraje y locura de involucrarse en zona combativa, donde la muerte merodea incesante, sin consuelo ni tregua.
Y las endorfinas le piden más, y la excitación no cesa, y el dolor no se siente, y el orgasmo diario, de velocidad incesante y atropellada dialéctica nublan y tientan, confunden y atraen por un miedo y desenfreno de aventura que hechizan, siendo peligrosa droga si no se sabe parar a tiempo.
No es una película cómica, más bien es ironía ocasional, de situaciones catastróficas y esporádicas relaciones humanas, que se dan día a día en medio
de tan horrible tragedia; llegar a nuevo lugar y
descubrir su modo correcto de proceder y de cómo funcionan las cosas, para obtener rendimiento de ello, rodeado de un sarcasmo burlón y obsceno, dado lo que está en juego y el atroz sufrimiento que les rodea.
Manipulación, engaños, amiguismo, pagos en negro, chanchullos, información clandestina..., lo que sea, hay que estar en antena, evitar que tu nombre se olvide y tu rostro deje de ser enfocado por la cámara.
“En tres meses ¡estaré de vuelta!”, que se convierten en intensos años donde la mirada de la protagonista, así como la concepción de si misma y lo deseado en la vida, cambian en variación ascendente y de lado, cuando la agitación y fogosidad del momento pierden potencia y nervio, a favor del respeto por ella y sus acciones.
Cuenta con brío, rapidez y entusiasmo, es fácil e interesante viajar junto a la actriz Tina Fey y conocer sus prolíferas vivencias, como noche de sábado que sales sin saber que hallarás y te encuentras con la
fiesta de tu vida para, a cierta hora de la madrugada, darte cuenta de que ya es tarde, no da más de sí y debes volver a casa, con la sabiduría de lo obtenido y perdido; aprendizaje destartalado, de zona aturdida, que seduce y ameniza con atención gustosa, aguda y penetrante muestra el interior de la noticia, esas tablas donde se compite y pelea por ser quien sale en horario de máxima audiencia.
Drama y sátira convergen en un confuso caos, donde se aprecian los momentos relajados de convivencia extraña y las bromas relajantes en intimidad próxima; veloz y saturante no es tan belicosa ni negra como pretende.
Excelente banda sonora para una pura ambientación envidiable, donde se afrontan muchos campos -acción explosiva, intuición de respuesta, inesperado romanticismo, lenguaje mordaz, quebradizo suspense, loable fotografía, cultura absorbente...- y, aunque es imposible aspirar todo lo manifestado en ese breve instante de exposición escénica, en general entretiene y se consume con disposición constante y grata, en la voluntaria entrega.
“Whiskey Tango Foxtrox”, en lenguaje militar “What
the fuck!”, en español “Reporteras en guerra” -dejemos de lado el comentario a la traducción-, abre con energía el noticiero, mantiene el pulso con solvencia, aturde de tanto en tanto, enfoca con más puntería en otras y cierra con la presentadora al cargo, Kim Baker, quien “acepta las miserias y sigue adelante”.

Lo mejor; su disfrute en la cercanía humana.
Lo peor; su revoltijo en el general conglomerado.
Nota 6,1


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