domingo, 16 de octubre de 2016

Captain fantastic

Ben es un hombre que ha pasado diez años viviendo en los remotos bosques situados al noroeste del Pacífico criando a sus seis hijos. Sin embargo, las circunstancias hacen que tal peculiar familia deba abandonar su modo de vida en la naturaleza y volver a la civilización. Asimilar su nueva situación y adaptarse de nuevo a la sociedad moderna no les va a resultar nada sencillo.


“Un hermoso error”, de repetible acierto.

“Somos definidos por nuestras acciones, no por nuestras palabras”, y aquí hay de sobra, de ambos; grandes palabras de acciones únicas, como la peculiar familia que forman estos seis hermanos junto a su padre, criados en personalidad exclusiva con la libertad de la comunicación sincera y abierta, del ejercicio firme y constante, de la sabiduría y poder que confieren los libros; una sólida unidad de enseñanza individualizada, osados aventureros supervivientes que viven cada día con plenitud de gozo, que exprimen su cuerpo y mente al máximo rendimiento, para vanagloriar el regalo de la otorgada vida.
La ciudad no aporta nada bueno/el bosque otorga todo lo necesario para una existencia conforme a sus creencias, y allí que se embarcan en un alternativo proyecto para criar a sus hijos; pero todo paraíso finaliza y el contacto con la sociedad abandonada supone un directo choque de mala praxis, tanto en el lenguaje como en el enfoque.
La muerte de una madre y el deber de cumplir su último deseo, una misión valiente donde las incongruencias, rencillas, desajustes y oposición de camino harán su aparición, de forma tormentosa; un bravo y salvático Viggo Mortensen, absorbente, vivaz y estupendo, acompañado magníficamente por un elenco de jóvenes actores, que le cubren y rematan con alegría, energía, dinamismo y contundencia de físico y alma.
Admiración e inquietud, aprobación y rechazo, un
persuasivo lado positivo/un nefasto negativo contrario, combinación que te hace experto en teoría de letra impresa e ideas asimiladas, pero que deja huérfano de convivencia social con seres semejantes; ningún problema si vives aislado y sin contacto en las montañas, dificultad irascible si estás de vuelta en el asfalto, con sus luces de neón y casas de cemento.
Es salvaje, es educativa, es humana, divulgación de sensaciones y aptitudes propias, elegidas con convicción y voluntad de seguimiento y experiencia; el planteamiento no es nuevo, ciudad versus campo, negación de la comodidad establecida, de la vagancia que trae la modernidad, adopción del esfuerzo y carácter de buscar uno la supervivencia.
Son “survivalistas”, una nueva raza emergente que se da en norteamérica; vida natural al 100% ante la decepción de lo urbano, donde los supuestos frikies son chavales muy competentes y preparados para abordar cualquier terreno, excepto el de la socialización banal e informal con otros jóvenes; es
clara su lectura optimista y de favoritismo por dicha elección hecha.
Película concebida para entretener con gratitud de espacio/para reflexionar tras ella, solventes interpretaciones, para la viveza dramática de un guión cálido y soberbio, sensible y agitado que lanza puñales, de herida ostentosa, al tiempo que distrae, adiestra y azota en el crucial dilema sobre la mejor educación para los hijos.
Abre sus puertas con potencia y agresividad -su primera escena ya rompe moldes-, continua con una visión fresca, vibrante, dialogada y perseverante, hacia el final pierde parte de su instinto de base, por el amoldamiento y complacencia de un final cándido y amoroso, beatitud que no llega al fanatismo entusiasta del resto.
“Captain fantastic”, un capitán decidido, al frente de un lozano navío fantástico, que decide ruta alternativa con sus pros y contras.

Lo mejor; sus intérpretes y optimismo dramático.
Lo peor; su toque a radical utopía soñada.
Nota 6,3



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