lunes, 6 de marzo de 2017

Schneider vs Bax

Dos hombres, un asesino a sueldo y un escritor, tendrán que luchar entre ellos por la supervivencia. A Schneider, asesino a sueldo y hombre devoto de la familia, se le encarga justo en la mañana de su cumpleaños que liquide a Ramon Bax. Bax es un escritor de 50 años que vive recluido en una cabaña junto a un lago. Lo que en principio parecía un trabajo fácil, acabará convirtiéndose en mucho más de lo que cabría esperar.


Uno más uno, una incoherente multitud.

¡Qué difícil es a veces hacer bien tu trabajo!, ¡efectuar tu quehacer convenido!, pues el destino parece querer evitar que cumplas con lo pactado, que te desvíes de tu propósito, que cedas en tu empeño, cuando lo único que quieres es matar a tu objetivo y volver a casa a cenar con tu familia.
Obstáculo tras obstáculo, éstos no dejan de aparecer, molestar y malmeter, y ya ni morir uno tranquilo, a la hora dispuesta ¡le dejan!; dinero tirado a la basura, si no se ejecuta el contrato pero ¿quién debe morir realmente?, ¿cuál es el motivo de todo este desmadre?, pues ahí reside la ironía; y todo tiene lugar el martes, el día de suerte de la semana, imagina ¡cómo será el resto!
Una casa solitaria, en medio de un pantano restringido, por el que se cuela más gente que por la avenida del pueblo, y todos liándola sin saberlo entre estos dos compañeros de armas, ahora enfrentados por tarea encomendada.
Diferentes frentes se abren, todos relacionados, cada uno con su profundo recelo en el cual no se indaga,
únicamente se deja colar, mientras se reparte speed como ¡si fueran caramelos!
Más que graciosa es irónica, más que una comedia es una tragedia de humor negro, cuyo duelo final es de tensa acidez acumulada; un jefe traidor y los dos profesionales colegas a cumplir con su labor, sin saber, sin dejar testigos, sin consuelo ni pena, sin remordimientos, para volver a esa personal existencia donde se es devoto o árido marido/cariñoso o inútil padre.
Deja la sensación de no haber exprimido todo su potencial, de haber perdido la oportunidad de hacerla más oscura, perspicaz y pícara; cumple con el protocolo establecido de quien, con un trabajo complicado, de oculto resorte y disfrazada máscara, deja ver lo mínimo para satisfacer en la enseñanza y
muestra de su ocupación y lo exigente y enredada que ésta puede llegar a ser.
Una doble identidad que afila y aturde el comportamiento, la divergencia de la mente humana, el yo y el mi, uno público y social/otro íntimo, secreto y perfeccionista en el alcance obsesivo, de sus deseos más recónditos; un guión que carece de ambición, en esa muestra opuesta de dos seres, que coinciden en su no desvelada faceta interior.
Por momentos estéril/por momentos ridícula, rígida parodia que vive de tropiezos inoportunos, de enfilada sequedad, de prototipos genéricos, de aspereza sentimental, del desorden dentro de un programado calendario, que debe ser satisfecho a tiempo estipulado.
Hay suspense, hay despropósito, hay tirantes, hay irrisoria rareza, combinada con la incertidumbre del resultado y la indiferencia del enigma; su mira es austera, impasible y gélida, no busca el consumo comercial, de ahí que pierda a muchos cómodos consumistas y mantenga a los ávidos, de lo ya
contado, pero con estilo propio y de personalizado carácter.
“Schneider vs Bax”, la familia ideal contra el alboroto del sinsentido, calma y confort contra un revuelto de emociones dañinas y perturbadas, la meticulosidad frente al desconcierto; sólo uno puede quedar en pie, a ninguno le va bien el momento ni el día elegido, pero no queda otra, sus pertrechadas esferas, de seres engañados, extraviados y confusos, están en marcha, hay que realizar la faena.
..., y la mejor técnica de distracción y perdón ¡para la deprimida hija!

Lo mejor; su marcado sello holandés.
Lo peor; el límite absorbente, en sus retorcidos personajes.
Nota 5,8
interpretación 5,5 guión 6 música 5 fotografía 6 realización 6,5 montaje 6


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